Lo que el TEPT me enseñó sobre poder, control y resiliencia en los negocios

Por Valeria Torres, Psicóloga Corporativa

Poder, control, resiliencia.
Tres palabras que definen la vida corporativa, a menudo perseguidas como trofeos, pero raramente entendidas como procesos vivos.

Cuando me diagnosticaron trastorno de estrés postraumático (TEPT) por primera vez, temí que me volviera menos capaz, menos serena, menos en control. Pero con el tiempo aprendí que el trauma no te quita el poder, lo redefine. Revela el espacio entre la fuerza y la rendición, entre el control y la confianza.

La ilusión del control

En entornos empresariales de alta exigencia, el control suele sentirse sinónimo de seguridad. Manejamos tiempos, personas y resultados, creyendo que la precisión puede protegernos de la incertidumbre. Pero el TEPT desmanteló esa ilusión en mí. Me mostró lo que ocurre cuando el sistema nervioso deja de obedecer a la lógica, cuando la concentración se fractura y cuando el control se escapa.

Y, sin embargo, al perder ese control externo, encontré algo mucho más duradero: la autorregulación.

El verdadero control no consiste en apretar más fuerte, sino en saber cuándo soltar. Es la disciplina silenciosa de observar tu propia fisiología, redirigir la atención y mantenerte con los pies en la tierra cuando la mente se acelera. Lo que antes parecía fragilidad se convirtió en la base de una conciencia resiliente.

El poder, redefinido

Antes del TEPT, asociaba el poder con la presencia: dominar la sala, no titubear, parecer siempre compuesta. Después del TEPT, comprendí que el verdadero poder no trata de la apariencia, sino de la estabilidad en medio del caos interno.

Los líderes que han enfrentado el trauma suelen desarrollar:

  • Mayor conciencia situacional, capaces de leer las dinámicas antes de que escalen.

  • Calma en medio de la crisis, porque ya han navegado tormentas internas.

  • Profunda empatía, comprendiendo cómo la fragilidad y la fortaleza pueden coexistir.

El trauma no te descalifica para liderar, puede profundizar tu liderazgo. Invita a la autenticidad sobre la perfección y enseña que el poder sostenido por la empatía es mucho más duradero que la autoridad sostenida por el miedo.

La disciplina de la resiliencia

La resiliencia se ha convertido en una de esas palabras de moda en el mundo empresarial, a menudo confundida con resistencia. Pero la resiliencia no se trata de empujar más, sino de integrar mejor. Es aprender a recuperarte por completo, no solo a seguir funcionando.

Un estudio de Deloitte de 2023 reveló que los líderes que practican de forma constante la atención plena y la autorreflexión reportan un 31% más de claridad en la toma de decisiones y mayor resistencia emocional que sus pares que no lo hacen. La neurociencia respalda esto: la recuperación no es una pausa del rendimiento, es parte del rendimiento.

Como psicóloga corporativa, lo he visto una y otra vez. Los líderes que perduran no son los que nunca se queman, sino los que reconocen las señales tempranas, se recalibran y se reconstruyen.

De sobrevivir a liderar

El TEPT me enseñó que el liderazgo no consiste en la ausencia de miedo, sino en lo que haces con él. Es cómo lideras cuando la certeza desaparece. Es cómo haces una pausa sin colapsar. Es cómo sostienes el poder con la suavidad suficiente para adaptarte, pero con la firmeza necesaria para mantenerte anclada en tu propósito.

Cuando los ejecutivos me dicen que se sienten “demasiado emocionales” o “demasiado afectados” para liderar, les recuerdo que esas emociones son datos. Forman parte de su sistema interno de inteligencia. Aprender a interpretarlas, no a reprimirlas, es el signo de una verdadera madurez de liderazgo.

El TEPT transformó mi comprensión del poder. Me enseñó que el control no es el objetivo, la conciencia lo es. Que la resiliencia no se trata de “rebotar”, sino de ampliar la capacidad. Y que liderar tiene menos que ver con gestionar a otros, y más con dominar tu propio sistema nervioso.

Porque los líderes más fuertes no son los que no se rompen, sino los que son lo suficientemente conscientes de sí mismos para reconstruirse, una y otra vez, sin perder la compasión en el proceso.

Si esta reflexión resonó contigo, te invito a leer La cámara de eco ejecutiva: cómo el aislamiento en la cima impacta el rendimiento mental, donde exploro cómo el aislamiento en el liderazgo moldea la resiliencia emocional, y por qué la conexión podría ser la estrategia ejecutiva más subestimada de todas.

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