Por Valeria Torres | Psicóloga Corporativa y Consultora Ejecutiva
Han llegado a la cima.
Lideran equipos globales, firman contratos millonarios y hablan en escenarios internacionales. Sus perfiles de LinkedIn parecen historias de éxito... pero detrás de esos logros y títulos, muchos ejecutivos de alto nivel esconden un temor callado:
“No pertenezco aquí.” “Un día descubrirán que no soy lo suficientemente bueno.” “Fue suerte, no habilidad.”
Este es el Síndrome del Impostor. Y sí, también vive en la alta dirección.
La Paradoja del Éxito
Uno pensaría que alcanzar los niveles más altos de liderazgo apagaría las dudas internas. Que, con cada promoción, premio y logro, el crítico interno se desvanecería.
Pero la realidad es diferente.
El Síndrome del Impostor no desaparece con el éxito; muchas veces, crece con él. Un estudio publicado en el Journal of Behavioral Science estima que el 70% de las personas experimentarán sentimientos de impostor en algún momento de sus carreras. En roles ejecutivos—donde la visibilidad es alta y la presión por rendir es constante—estos sentimientos pueden intensificarse.
Una encuesta de KPMG realizada en 2020 encontró que el 75% de las ejecutivas en diversas industrias han experimentado el Síndrome del Impostor en algún momento de sus carreras, a pesar de tener años de logros a sus espaldas.
Por Qué la Alta Dirección es un Criadero de este Síndrome
El Síndrome del Impostor en altos cargos no es signo de incompetencia. A menudo, es el resultado de la perfección, la presión y el aislamiento. ¿Por qué?
A pesar de la confianza externa, muchos ejecutivos cuestionan en silencio su valor. Según un informe de McKinsey de 2023, el 47% de los altos ejecutivos admitieron sentir “no ser lo suficientemente buenos” o “no estar calificados” para sus roles al menos una vez a la semana.
El Impacto Psicológico
Si no se abordan, los sentimientos de impostor pueden:
Rompiendo el Silencio
¿Qué funciona? Una combinación de autoconocimiento, cambio cultural y apoyo profesional.
Redefiniendo la Fuerza del Liderazgo
Ser un líder no se trata de tener todas las respuestas. Se trata de estar lo suficientemente centrado como para hacer las preguntas correctas y lo suficientemente resistente como para tolerar la incomodidad.
El éxito no cura el síndrome del impostor, pero la reflexión, el apoyo y la autenticidad sí pueden hacerlo.
Así que la próxima vez que tu crítico interno susurre, “No mereces esto”, intenta responder con algo más fuerte:
“He ganado mi lugar. Y no tengo que ser perfecto para pertenecer.”