El costo cognitivo del control absoluto: cómo gestionar el TOC sin perder el enfoque corporativo

Por Valeria Torres, Psicóloga Corporativa

 

En la cultura corporativa, el control es una moneda de cambio. Cuanto más puedas gestionar, predecir y entregar, más alto llegarás. Pero cuando el control se vuelve absoluto, deja de ser una fortaleza; se convierte en un impuesto cognitivo. Para ejecutivos que gestionan el trastorno obsesivo compulsivo (TOC), ese impuesto puede ser invisible pero implacable.

He trabajado con líderes cuya brillantez solo se equipara con su agotamiento mental. Verifican cifras mucho después de que las reuniones terminan. Reescriben correos para lograr un nivel de precisión que nadie más notará. Gastan energía administrando rituales invisibles que nadie ve, pero que dictan su ritmo, sus decisiones y su capacidad emocional.

El TOC en la alta dirección no siempre parece obsesión; a menudo se manifiesta como sobre preparación, hiperestructura y perfeccionismo confundido con profesionalismo.

Cuando el control se vuelve ruido cognitivo

El TOC opera como una función ejecutiva sobre activada. Amplifica la atención al detalle, pero lo hace a un costo. Cada bucle mental, cada necesidad de volver a comprobar, replantear o revalidar, consume ancho de banda cognitivo que debería reservarse para la estrategia, la creatividad y la conexión humana.

Un estudio de 2022 en el Journal of Anxiety Disorders encontró que las personas con TOC experimentan hasta un 30% más de carga cognitiva en tareas de toma de decisiones sostenidas en comparación con pares neurotípicos. En roles de alta presión, esa carga adicional se acumula y se convierte en fatiga, indecisión y agotamiento, a menudo disfrazados de compromiso.

En el liderazgo, donde importan la claridad y la rapidez, esto crea una paradoja: los mismos mecanismos que hacen que los ejecutivos parezcan minuciosos también pueden ralentizar su capacidad para confiar en la intuición y delegar de manera efectiva.

La ilusión de productividad

Muchos ejecutivos con TOC destacan al inicio de sus carreras porque el sistema recompensa la sobre entrega. La hipervigilancia parece dedicación. El control parece competencia. Pero a medida que las responsabilidades se expanden, la estructura que antes los protegía empieza a atraparlos.

Un informe de Deloitte de 2023 sobre bienestar ejecutivo señaló que el 68% de los líderes senior lucha con un perfeccionismo intrusivo que afecta la delegación y el enfoque estratégico. En muchos casos, ese perfeccionismo se superpone con patrones obsesivo compulsivos no diagnosticados, como rituales de reafirmación, miedo al error o comprobaciones mentales disfrazadas de debida diligencia.

Con el tiempo, esto crea una ilusión de productividad. El volumen de trabajo se mantiene alto, pero la eficiencia cae. La persona líder se vuelve más ocupada, pero menos creativa, más reactiva que visionaria.

Reencuadrar el control: de la compulsión a la calibración

El antídoto contra el control compulsivo no es el caos; es la calibración. El objetivo no es eliminar el impulso de controlar, sino refinarlo y canalizarlo hacia la conciencia en lugar de la reacción.

En términos psicológicos, esto implica tres cambios clave:

  • Conciencia en lugar de evitación: reconocer los patrones sin juicio interrumpe el ciclo de la reafirmación compulsiva.
  • Delegar como exposición terapéutica: permitir que otros asuman la responsabilidad, incluso de forma imperfecta, le enseña al sistema nervioso que la seguridad no depende del control.
  • Del ritual a la rutina: transformar los rituales ansiosos en hábitos estructurados, con intención y límites, reduce el desorden mental.

La investigación cognitivo conductual respalda esto. Los líderes que practican mindfulness estructurado y estrategias basadas en la aceptación reportan mayor flexibilidad cognitiva y una reducción del 25% en la fatiga decisional (Journal of Occupational Health Psychology, 2021).

Dirigir con la mente y no contra ella

El TOC no borra el potencial de liderazgo; lo reconfigura. La mente ejecutiva condicionada por patrones obsesivos suele demostrar disciplina excepcional, reconocimiento de patrones y resistencia analítica. La clave está en aprender cuándo confiar en esas fortalezas y cuándo soltarlas.

La misma mente que se fija en el control también puede entrenarse para enfocarse en la claridad. Y en el liderazgo, la claridad, no el control, es la verdadera ventaja competitiva.

Quienes gestionan el TOC de forma efectiva no son quienes suprimen sus tendencias, sino quienes las integran, quienes entienden que la sensibilidad cognitiva puede coexistir con la determinación y que la vulnerabilidad no debilita la autoridad; la humaniza.

Cuando el impulso de control evoluciona hacia la autoconciencia, los líderes recuperan el recurso que estaban perdiendo: la energía mental.

Si esta reflexión te hizo hacer una pausa, quizá también te aporte valor “La cámara de eco ejecutiva: cómo el aislamiento en la cima impacta el rendimiento mental”, un análisis de cómo el aislamiento del liderazgo distorsiona la claridad y por qué la conexión genuina sigue siendo el antídoto silencioso contra el exceso de control.

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