Por Valeria Torres, Psicóloga Corporativa
A menudo celebramos a los ejecutivos por su empuje, creatividad y capacidad para rendir bajo presión. Pero detrás de esa fachada impecable, muchos líderes viven con un cerebro que no sigue el manual “tradicional”.
Hablo del TDAH. Y en las salas de juntas, suele malinterpretarse como una debilidad, cuando en realidad puede ser una ventaja oculta.
El TDAH (Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad) en adultos no siempre se presenta como inquietud o distracción. En roles ejecutivos, puede manifestarse como:
Generación rápida de ideas
Hiperconcentración en momentos críticos
Reconocimiento excepcional de patrones
Tendencia natural hacia la acción y la innovación
El desafío es que estas fortalezas a menudo vienen acompañadas de dificultades en la organización, la atención sostenida o la regulación emocional. Sin un manejo adecuado, pueden resultar abrumadoras. Pero cuando se comprenden y se apoyan, impulsan un rendimiento extraordinario.
En Estados Unidos, se estima que 15 millones de adultos viven con TDAH, muchos sin diagnóstico (CHADD, 2022).
Un estudio publicado en el Journal of Attention Disorders concluyó que los ejecutivos con rasgos de TDAH tienen mayor probabilidad de destacar en el emprendimiento, gracias a su tolerancia al riesgo y capacidad creativa para resolver problemas.
Sin embargo, más del 50% de los adultos con TDAH también presenta trastornos de ansiedad (Journal of Affective Disorders), lo que añade una carga mental que puede comprometer el liderazgo si no se aborda.
Esta paradoja —fortalezas acompañadas de luchas internas— explica por qué el TDAH en la alta dirección puede ser tanto un desafío como un superpoder.
Fortalezas:
Pensamiento visionario y de gran alcance
Capacidad de enfocarse en situaciones de crisis
Energía y entusiasmo que inspiran a los equipos
Dificultades:
Problemas para sostener la atención en tareas detalladas
Tendencia a la impulsividad
Altibajos emocionales que afectan la consistencia
Sin apoyo, predominan las dificultades. Con los sistemas adecuados, brillan las fortalezas.
La psicología corporativa ayuda a los líderes con TDAH a pasar del caos a la claridad, creando estructuras que permiten que su talento emerja. Estas son algunas claves:
Externalizar la memoria: usar sistemas digitales, tableros y recordatorios para reducir la sobrecarga cognitiva
Dividir las tareas: enfocarse en pasos pequeños y alcanzables en lugar de proyectos abrumadores
Aprovechar la hiperconcentración: alinear los momentos de mayor energía con tareas de alto valor
Coaching y terapia: desarrollar autoconciencia, regulación emocional y estrategias de afrontamiento adaptativas
Cultura organizacional: fomentar entornos donde la neurodivergencia se vea como un activo, no como una debilidad
El TDAH no hace que un ejecutivo sea menos capaz. Lo hace diferente. Y en esa diferencia nace la innovación.
La verdadera pregunta es si las organizaciones seguirán viendo el TDAH como una falla a ocultar o como un potencial oculto bajo disfraz.
Comparte este mensaje con un líder que necesite escucharlo. Porque liberar la verdadera brillantez ejecutiva, a veces, empieza por aceptar el cerebro que no encaja en el molde.