Por Valeria Torres | Psicóloga Corporativa y Consultora Ejecutiva
He acompañado a ejecutivos que piensan diferente. Algunos procesan información con una velocidad asombrosa, otros hacen conexiones creativas donde nadie más las ve. Su mente no sigue un camino lineal… y eso, lejos de ser una desventaja, es una ventaja competitiva.
Estoy hablando de líderes neurodivergentes: personas con formas atípicas de procesar, aprender y relacionarse con el mundo. Esto puede incluir condiciones como el autismo, la dislexia, el TDAH o la alta sensibilidad, entre otras. No son “disfuncionales”, ni necesitan “arreglarse”. Lo que sí necesitan —y merecen— son entornos que comprendan cómo funciona su mente y potencien su forma única de liderar.
Porque el modelo tradicional de éxito aún premia la uniformidad: hablar con seguridad, tener respuestas rápidas, mantener una imagen “pulida” bajo presión. Todo eso puede ser agotador —o incluso alienante— para alguien cuyo cerebro procesa el mundo de otra manera.
Un estudio de Deloitte señala que los equipos diversos en pensamiento resuelven problemas un 60% más rápido. Y según Harvard Business Review, las compañías que fomentan la neurodiversidad tienen tasas de innovación más altas y mayor adaptabilidad al cambio. No es solo una cuestión de inclusión: es una estrategia de negocios.
Muchos líderes neurodivergentes han pasado años intentando “encajar”, camuflando su forma de ser. Esto tiene un precio emocional enorme: ansiedad, agotamiento, pérdida de identidad. De hecho, un informe de la Universidad de Cambridge encontró que el 70% de adultos neurodivergentes en entornos laborales exigentes reportan altos niveles de estrés y burnout.
Pero la solución no es que ellos cambien. Es que cambiemos los entornos.
Liderar sin límites no significa hacer más. Significa liderar desde la autenticidad. Y eso solo es posible cuando creamos sistemas que permitan a cada mente brillar, sin tener que esconderse.
Algunas claves para lograrlo:
Flexibilidad cognitiva: Permitir que el talento se exprese en diferentes formas. No todo se comunica en PowerPoints.
Espacios de calma: La estimulación constante puede ser abrumadora. Zonas tranquilas o reuniones con pausas conscientes hacen la diferencia.
Claridad y estructura: No es control, es contención. Muchos líderes neurodivergentes prosperan con rutinas claras, objetivos bien definidos y expectativas explícitas.
Feedback empático: No todo el mundo responde igual a la crítica. El respeto por la sensibilidad emocional es parte de un liderazgo consciente.
Mentoría consciente: Crear vínculos con otros líderes que hayan transitado caminos similares ayuda a validar experiencias y compartir estrategias reales.
Ser neurodivergente no es una barrera para el liderazgo. Es una vía distinta, profunda y muchas veces transformadora. Pero solo si dejamos de pedir adaptación y empezamos a ofrecer comprensión.
El liderazgo del futuro no será una copia de moldes pasados. Será diverso, complejo y profundamente humano.
Y en ese futuro, hay espacio para cada mente que piensa diferente.
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Porque liderar no es cargar con todo… es también saber cuándo pedir sostén.
Y eso, lejos de debilitarte, te convierte en un líder más fuerte, más consciente y profundamente humano.